lunes, 6 de agosto de 2018

El estrés y sus aspectos biológicos


El estrés y sus aspectos biológicos 


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Es un proceso natural que responde a nuestra necesidad de adaptarnos al entorno; pero resulta perjudicial si es muy intenso o se prolonga en el tiempo. Descubre cómo hacerle frente. es decir es una reacción fisiológica del organismo en el que entran en juego diversos mecanismos de defensa para afrontar una situación que se percibe como amenazante o de demanda incrementada.

Principalmente en los humanos, la palabra estrés suele poseer una connotación negativa, la ciencia distingue dos tipos de estrés, tanto en animales como en humanos:

Eustrés o estrés positivo: es un proceso natural y habitual de adaptación, que consiste en una activación durante un período corto de tiempo con el objetivo de resolver una situación concreta que requiere más esfuerzo.3​ En los animales no humanos el eustrés se evidencia en los estímulos que por reacción favorecen a la vida.

Distrés o estrés negativo: es aquel que en un animal (incluido el ser humano) supera el potencial de homeostasis o equilibrio del organismo causándole fatiga, mayores niveles de ansiedad, de irritabilidad y de ira. El estrés mantenido puede provocar la aparición de consecuencias físicas, debidas al aumento del gasto de energía, una mayor rapidez de actuación, menor descanso del necesario y el consiguiente agotamiento de las fuerzas.


Aspectos biológicos del estrés




Desde el punto de vista biológico el estrés puede definirse como un  mecanismo normal con el que un organismo responde a una situación de desafiante o estresante, es decir, es parte normal de la respuesta de supervivencia, no sólo del ser humano sino que de todos los organismos vivos.


Con el fin de asegurar la supervivencia en un medio hostil o peligroso que genere una situación de peligro físico, el cuerpo presenta una reacción de estrés, que con la coordinación del sistema nervio provoca rápidamente múltiples cambios, como dilatación de las pupilas, para captar mejor la luz e imágenes, aumento del tono muscular, elevación del ritmo cardíaco para brindar a los músculos un flujo mayor de sangre y oxígeno, y al mismo tiempo se inhibe la función digestiva y el deseo de orinar.


Everly, distinguió tres ejes diferentes de actuación en la respuesta de estrés; el eje neural, endocrino y neuroendocrino. El primero se activaría de forma inmediata a través del sistema nervioso autónomo a través de su rama simpática y del sistema somático, encargado de regular la tensión muscular. Esta activación no suele provocar trastornos psicofisiológicos .


El eje neuroendocrino es más lento en su activación y necesita unas condiciones de estrés más mantenidas e implica su disparo la activación de las glándulas suprarrenales. El sistema cardiovascular es el más afectado. Este eje está relacionado con la puesta en marcha de conductas motoras de afrontamiento y el que se active o no dependerá de cómo la persona perciba la situación  y de su capacidad para hacerle frente.


El eje endocrino, este es más lento, sus efectos son más duraderos y necesita de una situación de estrés más mantenida. Sus efectos están relacionados con la indefensión, pasividad, y depresión ya que uno de los órganos aquí activados es el cerebro, siendo su efecto mucho más generalizado. Las principales hormonas implicadas en el eje endocrino son el ACTH, las hormonas del crecimiento, los opiáceos endógenos y las hormonas tiroideas.


Cuantos más recursos físicos u orgánico tenga el individuo mayor resistencia al estrés tendrá y cuanto menos recursos, peores efectos tendrá el estrés sobre él. Se ha dicho que existe cierta predisposición biológica o estereotipia de respuesta que puede o bien facilitar las consecuencias nocivas de estrés o bien protegerlas

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